En aquel septiembre de 2017, Víctor y yo (Javi), amigos desde la infancia, estábamos terminando nuestra estancia en Japón. Nuestro viaje no acababa ahí, pues nos esperaba la segunda parte de nuestra aventura: ¡Volver a Corea del Sur! Allí pasaríamos dos meses explorando, grabando vídeos y disfrutando de todo lo que este país nos ofrecía.
Era pisar Incheon y ya sentir que estamos en casa
El vuelo salió desde Narita y aterrizamos en Incheon, 2 horas y media de viaje, nerviosos por nuestro regreso, pero con muchas ganas de volver a pisar tierras coreanas, y aunque parezca una tontería, llegar a Corea fue como una sensación de “volver a casa”, pues era la tercera vez que íbamos, ya era un lugar familiar para nosotros.
El viaje fue rápido, sin complicaciones. Recogimos nuestras maletas, cambiamos dinero para los primeros días y nos dirigimos desde Incheon a Seúl en metro, nuestro medio de transporte favorito.
T-money, herramienta básica para viajar por Corea
Nuestro alojamiento para la primera semana se situaba en el barrio de Hyehwa, el que fue nuestro primer barrio en Corea. Nos gustaba la zona, nos ofrecía todo lo que queríamos en los primeros días, no muy lejos del centro y cerca de la parada del metro. Además, repetimos el mismo alojamiento del último viaje, Bong House, una Guesthouse donde teníamos nuestra propia habitación, era barata y además teníamos desayuno incluido.
La primera etapa de este viaje sería una semana solo para Víctor y para mí. En octubre, la dinámica cambiaría con la llegada de Rafa, otro amigo de la infancia que se uniría a la aventura. Pero antes de eso, teníamos unos días por delante para reencontrarnos con Seúl a nuestro ritmo.
Bong House, nuestro alojamiento de confianza en el barrio de Hyehwa
Nuestro plan era sencillo: vivir la ciudad sin prisas. Tras el ajetreo de los últimos días en Japón y el largo viaje que nos esperaba, lo que más nos apetecía era tomarnos las cosas con calma. Además, Víctor llegó con un resfriado que traía desde Tokio, así que los primeros días los aprovechamos para descansar y recuperarnos.
Una vez repuestos, retomamos nuestra manera favorita de viajar: el slow tourism. No había una lista cerrada de lugares que visitar ni horarios estrictos que cumplir. Se trataba de disfrutar Seúl como si fuera nuestra casa, perder la noción del tiempo en una cafetería con vistas a las calles, pasear sin rumbo por los barrios que ya conocíamos y dejar que el propio ritmo de la ciudad nos guiara.
Visitar los lugares turísticos típicos nos lo reservamos para cuando llegara Rafa, pero pudimos hacer algunas de las cosas que más nos gustaban: paseo por el arroyo Cheonggyecheon, cena en el mercado tradicional de Gwangjang, visita del Dongdaemun Design Plaza, salir de fiesta por el barrio de Hongdae, etc.
Otra de nuestras actividades favoritas en Corea: comer
Y nuestra tranquilidad continuó con ese ritmo hasta que… llegó Rafa.
Rafa nunca había estado en Corea, apenas conocía nada, y lo poco que sabía era por lo que le habíamos contado o por nuestros vídeos. Venía con unas expectativas altísimas, y con la emoción de pisar por primera vez un país tan lejano y distinto. Así que, desde el primer momento, fue un auténtico terremoto: quería hacer cosas todo el rato, no perderse nada, la intensidad personificada. Y eso nos contagió también a nosotros, motivándonos a enseñarle todo lo que pudiéramos durante su estancia y a grabar más vídeos de sus reacciones y aventuras con nosotros.
¡Por fin reunidos los 3 en Corea del Sur!
Fuimos a recogerlo al aeropuerto, y aunque la espera se hizo eterna, finalmente apareció por la puerta con la energía de un huracán dispuesto a arrasarlo todo. A pesar de llevar más de 30 horas sin dormir, tenía clarísimo que venía a comerse Corea. Y nosotros, por supuesto, estábamos listos para acompañarlo en la aventura, una oportunidad perfecta para enseñarle el país y guiarlo en su primera experiencia en este rincón del mundo.
Un día antes de su llegada, Víctor y yo dedicamos el día a encontrar un nuevo alojamiento, ya que la idea para alojarnos en los 2 meses que nos quedaban era cambiar la Guesthouse por la habitación Goshiwon, pues era la opción más económica y así cada uno podríamos tener nuestra propia habitación.
Con el huracán Rafa planificando lo que nos esperaba en el viaje
Pudimos encontrar un Goshiwon con 3 habitaciones libres en el barrio de Hongdae, por un precio de unos 200 euros al mes cada una, perfecto para nuestro presupuesto ajustado. Alquilamos las 3 y dejamos todo preparado para la llegada de Rafa.
Con Rafa ya en Incheon, sólo nos quedaba guiarlo hasta Seúl y llevarlo hasta el alojamiento para que pudiera ponerse cómodo, prepararse un poco… pero no descansar, su energía no le permitía descansar, sólo quería salir ya a descubrir Hongdae en su primer día de viaje.
Vídeo del capítulo 1: